Las cláusulas del arquitecto incluyen que todo cambio en sus edificios requieren de su aprobación previa. El habitáculo de los autobuses permitiría adquirir allí mismo la Barik y conocer la red de transporte del medio foral
El estudio de arquitectura de Santiago Calatrava ha asegurado hoy jueves que nadie se ha puesto en contacto con ellos para estudiar la posibilidad de instalar una cabina del servicio de Bizkaibus en el aeropuerto de Loiu, pero ha expresado su disposición a colaborar si llegan a ser consultados.
Una comisión de las Juntas Generales de Bizkaia aprobó ayer una iniciativa del PP (con el apoyo del PNV, EH Bildu y PSE, y la abstención de Podemos) para que se instale una cabina del servicio de transporte Bizkaibus en el aeropuerto con el fin de que los viajeros que llegan a la terminal puedan adquirir una tarjeta de transporte Barik y acceder a la información del medio de transporte foral en el que se invierten 81,5 millones este año. Durante el debate, varios junteros expresaron sus dudas de que fuera posible por las cláusulas que Calatrava incluye en sus contratos: cualquier modificación en sus edificaciones requiere contar con su aprobación. Según explicó el socialista Joaquín Colmenero, su grupo contactó con la dirección del aeropuerto, que le indicó que «habría que buscar una fórmula» para adaptar la estructura al aeródromo, pudiendo instalarlo, por ejemplo, en el interior para evitar problemas.
Desde EH Bildu Zigor Isuskiza consideró «curioso que una persona pueda estar por encima de los intereses de los ciudadanos». «Esta es una derivada de lo que sucede cuando se firman contratos con él», criticó. Aún así, el juntero jeltzale Unai Lerma defendió que, con independencia de los reparos que despierte su personalidad, arquitectos como el de 'La Paloma' son «profesionales de fama internacional, cuya obra es un bien en sí mismo. Son un reclamo».
Hoy, tras conocer la iniciativa, una portavoz del estudio de Calatrava ha explicado que nadie se ha puesto en contacto con el estudio para exponerles el tema, pero que estarán dispuestos a colaborar cuando sean consultados.
Santiago Calatrava no se caracteriza, precisamente, por ser un arquitecto que se tome con agrado la modificación de sus creaciones con elementos ajenos, sean o no necesarios. De hecho, llevó a juicio al Ayuntamiento de Bilbao por «alterar» el puente Zubi-zuri al añadir una pasarela para facilitar el acceso a las Torres Isozaki. La Audiencia de Bizkaia le dio la razón y el Consistorio tuvo que desembolsar 30.000 euros. Sucedió en 2009, pero ha quedado tan arraigado en la memoria de la ciudad que ahora late la precaución antes de realizar cualquier instalación, por nimia que sea, que pueda desatar el malestar del creador.